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Curioso llegando hasta lo imprudente. Empático hasta el cansancio. Un alma Hufflepuff con cuerpo de hechicero. Ama con la misma intensidad con la que se distrae. Si algo vibra bonito, Sage lo sigue.

Come más de lo que la gente cree posible. Guarda pétalos de margarita entre los libros. Cambia de tema cada tres minutos. Cocina como si cada plato fuera un hechizo. Habla con los objetos, y a veces ellos le responden.

Animales: tortuga, gato, conejo. Elementos: tierra y niebla. Colores: verde, rosa, naranja. Flor: margarita —símbolo de honestidad y esperanza. Carta del tarot: El Ermitaño (que ilumina sin quererlo).

Sage creció entre árboles viejos, donde la niebla se quedaba a dormir y el silencio reinaba. Nunca conoció del todo el mundo fuera del bosque; prefería observar desde lejos, como quien mira una ciudad a través del reflejo del agua. No tuvo una infancia común, pero tampoco una trágica. Aprendió pronto que la calma puede ser más ruidosa que cualquier grito, y que la soledad, si se le tiene paciencia, termina volviéndose compañía.

De su madre heredó la curiosidad incansable. Pero a diferencia de ella, Sage nunca buscó poder. Su magia no quema, no transforma con violencia. Su magia susurra. Vive en lo pequeño, en las semillas que germinan más rápido cuando las toca, een los sueños que deja como regalos sin nombre.
Durante años intentó ser “normal”. Se cortó el cabello, aprendió a callar cuando el mundo pedía ruido, fingió no entender el lenguaje de las raíces. Pero lo místico no se reprime, solo se adormece. Y cuando volvió al bosque, el viento lo reconoció antes de que él mismo lo hiciera.

Ahora vive entre lugares, sin quedarse mucho tiempo en ninguno. Es curioso, leal, rebelde de una forma tranquila, contradice al mundo solo existiendo a su manera. Usa su magia como quien respira; sin intención, sin dramatismo, pero dejando todo un poco más vivo detrás.
Dicen que cuando cae la tarde, el bosque entero se inclina levemente, como si lo saludara. Y a veces, si uno escucha con cuidado, se oye una voz femenina entre las hojas murmurando “Te estás pareciendo a mí”...

Sage está casado con Antoine Goethe, un hombre que parece hecho de invierno y polvo de estrellas. Comparten un hogar de madera, donde las risas se mezclan con el olor a pan recién hecho y un jardín lleno de flores y frutas. Antoine es su calma cuando la mente de Sage corre demasiado rápido. Entre ambos existe una magia que no necesita conjuros, solo manos entrelazadas, té tibio y promesas que se renuevan con cada amanecer.

Lleva ropa oscura, a veces rota, siempre cómoda. Sus dedos están manchados de tinta y hierbas. Cabello rebelde, mirada dulce. A su alrededor todo huele a romero, pan recién hecho y margaritas frescas. Su aura cambia de tono; verde cuando está en calma, rosa cuando ama, naranja cuando sueña.


Made of mist and morning tea. The forest remembers his laughter.